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Contexto histórico, cultural y filosófico
Immanuel Kant (1724-1804) fue un filósofo alemán considerado uno de los pensadores más influyentes de la historia de la filosofía occidental. Su obra se desarrolló en un contexto histórico, cultural y filosófico complejo, caracterizado por la Ilustración y la Revolución Francesa.
En términos históricos, Kant vivió en una época de profundos cambios políticos y sociales en Europa. Durante su vida, vio la expansión del Imperio alemán y los primeros signos del surgimiento de una conciencia nacional alemana. Además, vivió en una época en la que la Revolución Industrial estaba cambiando radicalmente la forma en que las sociedades producían bienes y servicios.
Culturalmente, Kant vivió en una época de gran efervescencia intelectual, conocida como la Ilustración. La Ilustración fue un movimiento filosófico y cultural que promovió la idea de que el conocimiento y la razón eran los principales motores del progreso y la mejora de las condiciones humanas. Los pensadores de la Ilustración defendieron la libertad individual, la igualdad y la democracia, y cuestionaron las estructuras políticas y sociales tradicionales.
Filosóficamente, Kant se situó en el contexto del idealismo alemán, un movimiento que se desarrolló a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. El idealismo alemán fue una corriente filosófica que se centró en la idea de que el mundo que experimentamos es el resultado de nuestras propias interpretaciones y construcciones mentales. En otras palabras, según el idealismo alemán, no podemos conocer el mundo tal como es en sí mismo, sino solo como aparece en nuestras percepciones.
Kant también fue influenciado por filósofos anteriores, como René Descartes, John Locke y David Hume. De Descartes, Kant adoptó la idea de que la mente humana es capaz de conocer la realidad mediante el uso de la razón. De Locke, adoptó la idea de que el conocimiento humano proviene de la experiencia sensorial, mientras que de Hume, adoptó la idea de que el conocimiento humano está limitado por nuestras propias interpretaciones subjetivas; el escepticismo de Hume despertó a Kant de su «sueño dogmático» y lo trató de superar con su propuesta de idealismo trascendental. En 1781 publica la Crítica de la razón pura, justo entre las dos revoluciones (1776 y 1789), su principal obra, junto a La crítica de la razón práctica, La fundamentación de la metafísica de las costumbres, Crítica del juicio, Hacia la paz perpetua, La metafísica de las costumbres, etc.
Según Joan Solé, se podría decir que Hume es como el niño que rompe los cristales y Kant el cristalero que «casualmente» lo arregla en este fragmento la película El niño.
En definitiva, el propósito filosófico de Kant fue tratar de responder a estas cuatro preguntas:
Kant desea responder a cuatro preguntas:
1. ¿Qué puedo saber?
2. ¿Qué debo hacer?
3. ¿Qué me es dado esperar?
4. ¿Qué es el hombre?
Texto: Las preguntas
Todos los intereses de mi razón (tanto los especulativos como los prácticos) se resumen en las tres siguientes cuestiones:
1) ¿Qué puedo saber?
2) ¿Qué debo hacer?
3) ¿Qué puedo esperar?
La primera cuestión es meramente especulativa. Hemos agotado (así lo espero) todas sus posibles respuestas y encontrado, al fin, una con la que ha de conformarse y con la que tiene incluso razones para estar satisfecha mientras no atienda a lo práctico. Pero nos hemos quedado tan lejos de los dos grandes objetivos a los que en realidad se encaminaba todo el esfuerzo de la razón pura como si, por motivos de comodidad, nos hubiésemos negado desde el principio a realizar este trabajo. Cuando se trata, pues, del saber, queda al menos decidido con seguridad que éste no puede sernos jamás concedido en lo que a esos dos problemas se refiere.
La segunda cuestión es meramente práctica. Aunque puede, en cuanto tal, pertenecer a la razón pura, no por ello es trascendental, sino moral. En sí misma no puede ser, pues, tratada por nuestra crítica.
La tercera cuestión, a saber, ¿qué puedo esperar si hago lo que debo?, es práctica y teórica a un tiempo, de modo que lo práctico nos lleva, sólo como hilo conductor, a dar una respuesta a la cuestión teórica y, si ésta se eleva, a la cuestión especulativa. En efecto, todo esperar se refiere a la felicidad y es, comparado con lo práctico y con la ley moral, lo mismo que el saber y la ley de la naturaleza comparados con el conocimiento teórico de las cosas. Lo práctico desemboca en la conclusión de que hay algo (que determina el último fin posible) porque algo debe suceder; lo teórico, en la conclusión de que hay algo (que opera como causa suprema) porque algo sucede.
Kant, I. (2010). Crítica de la razón pura. Taurus. p. 630
La filosofía crítica
Hacia el final de su ‘Crítica de la razón pura‘ (cfr. A852-A856) dice Kant que «solo queda el camino crítico», lo cual significa que:
1. La metafísica anterior a Kant no reflexionó sobre sus condiciones de posibilidad, sobre sus propios límites, por ello esa metafísica antigua es inviable.
2. A partir de la crítica kantiana la metafísica debe ser una ciencia de los límites de la razón pura, es decir, de la razón que conoce sin acudir a la experiencia.
3. La metafísica tiene un papel fundamental, en cuanto que doctrina de legislación »a priori» de nuestra razón, en el orden de la naturaleza y, sobre todo, en el de las costumbres.
Kant dice que la razón se ejerce según dos funciones: de conocimiento (razón teórica) o de orientación de la acción (razón práctica, metafísica de las costumbres).
Además el espíritu, en especial la razón, presenta estructuras o formas idénticas para todos los individuos (universales) e independientes de la experiencia (»’a priori»’).
Las formas »a priori» de la razón y de la experiencia son los trascendentales (de ahí el nombre de «idealismo trascendental»), las formas trascendentales. La tarea de la filosofía consiste precisamente en describir estas formas trascendentales y hacer su inventario. De este modo la tarea crítica (del griego «juzgar» y «clasificar») consiste en distinguir:
1. Lo que es la forma, estructura, general, »a priori», necesario.
2. Lo que es materia, contenido, particular, »a posteriori», contingente.
Es esto lo que hace que a la filosofía kantiana se la conozca como «crítica» (se habla de «criticismo kantiano») o «trascendental».
De esto se deduce que los contenidos son »a posteriori», es decir, adquiridos y no dados con anterioridad a toda experiencia. Además
»’sin los contenidos de la experiencia, la razón es vacía; y sin la razón, la experiencia es ciega»’.
Por tanto el ser humano tiene dos facultades:
* De registrar impresiones (intuiciones). Son los SENTIDOS.
* De poner los conceptos. Es el ENTENDIMIENTO.
Algunos conceptos básicos del criticismo kantiano son los siguientes:
Sensibilidad: Facultad de tener experiencias o percepciones cuyos contenidos son siempre particulares.
Voluntad: Facultad de escoger libremente.
Razón: Facultad de producir y aplicar categorías, leyes y principios generales. Es la capacidad de juzgar que se expresa mediante proposiciones en las que se atribuye un predicado general a un sujeto particular.
Juzgar: Subsumir lo particular (una percepción o un acto particular, por ejemplo) bajo una categoría o un principio general.
Juicio: Atribución de un predicado general a un sujeto particular (vg. «este edificio es grande» «este acto es valiente».
Juicio analítico: Explican pero no añaden un conocimiento nuevo: «los cuadrados tienen cuatro ángulos».
Juicio sintético: Añaden información: «Todos los alumnos de esta clase son españoles».
El concepto fundamental que habrá que tener siempre en cuenta al hablar de Kant es el de «»’razón pura»’», es decir, esa razón que espera desarrollar conocimientos sin tener en cuenta la experiencia, de ahí su pregunta: ¿puede la razón pura conocer algo sin contar con la experiencia?
Según Kant solo podemos conocer las cosas según la manera en que se nos aparecen, cuando les aplicamos las categorías (»a priori») de nuestra mente. Estos conceptos »a priori» solo son válidos cuando se aplican al orden de los »’fenómenos»’, pero no cuando cuando se aplican a las cosas en sí (»’noúmeno»’). Nada se puede decir ni conocer de las cosas en sí (del noúmeno)
El problema de la metafísica como saber
La cuestión fundamental estriba en determinar si es posible la metafísica como saber racional último. La respuesta de Kant es que no, la metafísica no puede ser una ciencia.
¿En qué condiciones es posible un saber racional? ¿Cuáles son sus límites?
Sujeto en sí: encarnado en cada individuo, estructura (da forma) y de esa manera constituye lo que conoce.
Mundo en sí: Es el origen del contenido empírico estructurado por el sujeto.
Lo que conocemos no es el mundo o la cosa en sí, sino la experiencia racionalmente estructurada del mundo en sí, es decir, tal y como se nos aparece.
No se trata de subjetivismo ni de relativismo: el sujeto cognoscente es trascendental, es decir, universal.
Las formas a priori de la experiencia
Las formas a priori de la experiencia (sensaciones, percepciones) son el espacio y el tiempo.
Lo espacio-temporal es la cuadrícula a través de la cual nosotros las percibimos y las constituimos como fenómenos, es decir, como objetos de nuestra experiencia.
Tiempo y espacio no existen fuera de nuestra facultad de conocer. Son formas de la subjetividad trascendental.
Si se toma el espacio como objeto de análisis da origen a la geometría. La tematización analítica y operatoria de la temporalidad produce la aritmética.
Las formas a priori del entendimiento
El entendimiento (inteligencia o razón lógica) es el segundo nivel de estructuración del conocimiento. Sus formas permiten constituir verdaderas categorías generales por medio de los juicios.
Los principios son leyes muy generales que estructuran conocimiento y permiten aprehender los fenómenos de tal suerte que se pueda elaborar una ciencia verdadera de la naturaleza. Hay dos principios importantes:
1. El principio de la cuantificación (todo fenómeno es extenso, es decir, cuantificable)
2. El principio de causalidad
Kant enumera doce categorías o conceptos fundamentales que permiten también caracterizar los doce tipos posibles de juicios, que son las distintas maneras de conectar los conceptos en las proposiciones. (vg. «Todos los hombres son mortales» es un juicio universal asociado a la categoría de la unidad:
Cantidad | Juicios singulares -> Unidad | Juicios particulares -> Pluralidad | Juicios universales -> Totalidad |
Cualidad | Juicios afirmativos -> Realidad | Juicios negativos -> Negación | Juicios indefinidos -> Limitación |
Relación | Juicios categóricos -> Sustancia | Juicios hipotéticos -> Causa | Juicios disyuntivos -> Comunidad |
Modalidad | Juicios problemáticos -> Posibilidad-Imposibilidad | Juicios asertóricos -> Existencia-Inexistencia | Juicios apodícticos -> Necesidad-Contingencia |
La revolución kantiana
La revolución de Copérnico coincide con un cambio de centro. Lo mismo ocurre en el caso de la teoría kantiana del conocimiento.
1. El conocimiento «gira» más, aunque no por entero, en torno al sujeto que en torno al objeto.
2. Conocer es constituir activamente el conocimiento estructurado y manipulando los datos de la experiencia.
Fenómeno: El objeto de las ciencias de la naturaleza.
Noúmeno: La cosa en sí, el sujeto no puede experimentar de forma inmediata.
La tentación metafísica
La metafísica no puede ser considerada una ciencia porque las categorías solo pueden aplicarse a los fenómenos dados por los sentidos.
Los noúmenos no pueden convertirse en objeto de conocimiento.
La ciencia formal es la de los noúmenos o «cosas en sí», no podrá ser formal porque los noúmenos no son forma de la razón, sino que existen de forma absoluta.
La ciencia real es la ciencia en sentido ordinario.
Como los noúmenos existen realmente, habría que llegar a disponer de una ciencia real de ellos. Pero para esto deberíamos gozar de una experiencia inmediata, directa, de esos absolutos, de una intuición que no estuviera estructurada por el tiempo y el espacio, ni por las categorías del entendimiento que transforman lo noumenal en fenoménico cognoscible. No tenemos semejante experiencia de lo absoluto (es nuestra finitud, son los límites de nuestra razón humana); por tanto no podemos tener conocimiento de lo absoluto. Un conocimiento de este tipo sería metafísico. Kant declara que debido a nuestra finitud este conocimiento es imposible.
El «Mundo en sí», el «sujeto en sí» y «Dios» son las tres Ideas de la Razón que colocan todo el saber en la perspectiva de lo absoluto, de la unidad y de la finalidad última; esta perspectiva es infinita, nos sobrepasa.
Las antinomias se producen cuando la razón sucumbe al deseo de conocer el mundo en sí y en su totalidad y elaborar una cosmología integral. Son conclusiones o tesis contradictorias igualmente plausibles:
1. Que el mundo sea finito y que sea infinito
2. Que su estructura última sea atómica (elementos simples) y que sea continua (divisibilidad infinita)
3. Que haya causalidad libre o causalidad determinada
4. Que exista un ser necesario y que todos los seres sean contingentes
Recursos
Textos sobre Kant
Artículos
Biedma, José, «Categoría», Filosofía y ciudadanía,, 7/2/2009. FRAGMENTO: Así el concepto de un número (que pertenece a la categoría de la totalidad) no es siempre posible allí donde estén los conceptos de la pluralidad y de la unidad (v. g. en la representación del infinito); ni porque yo enlace el concepto de una causa con el de una sustancia, comprendo enseguida el concepto de influjo, es decir, de cómo una sustancia pueda ser causa de algo en otra sustancia. En la Crítica de la razón práctica, Kant presenta una tabla de categorías de la voluntad en la que la libertad es considerada como una forma de causalidad no sometida a principios empíricos de determinación.
Santa Olalla, Miguel, 5 ejemplos para entender mejor a Kant.
- La razón y la paloma: imagen del propio Kant, según la cual la razón viene a ser como la paloma que piensa lo rápido que volaría sin la resistencia del aire. Así la razón, tiende a soñar lo mucho que conocería sin la resistencia de los datos de los sentidos. Ignoran, paloma y razón, que el aire y los datos empíricos hacen posible el vuelo y el conocimiento.
- Ni contigo ni sin ti: algo así debe decirle la razón a las preguntas de la metafísica. Es también metáfora del propio Kant: jamás podremos contestar de forma definitiva las preguntas de la metafísica, y sin embargo no podemos evitar el volver a ellas como a una antigua amante. Ya lo dice la canción: «ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio…»
- El conocimiento en Kant es como aquella vieja explicación de la reproducción humana a un niño: lo escuché hace ya algunos años y tiene su gracia. Resulta que el sujeto trascendental pone una semillita (de estructuras de conocimiento innatas, se entiende…) en la experiencia empírica y de ahí surge el conocimiento seguro.
- Los filtros del agua: igual que el agua va pasando por diferentes filtros y depuradoras hasta salir por el grifo, así le ocurre al torrente de datos que nos viene dado. Tras pasar por el filtro de la sensibilidad, el entendimiento y la razón se transforma en un conocimiento seguro. Ejemplos similares he oído por ahí referidos a la digestión: igual que la comida se transforma, el sujeto trascendental tiene que digerir las impresiones sensibles.
- Los animales en libertad y el noúmeno: pretender conocer el noúmeno es parecido a aquellos documentalistas que presumen de grabar animales en estado salvaje, en régimen de libertad absoluto. La cámara es, sin embargo, condición de posibilidad y límite del documental. Es imposible observar un animal en régimen de libertad absoluto, sin que se vea condicionado por la presencia humana. Tan imposible como conocer el noúmeno kantiano.
Parra, Sergio, «La mujer que no veía el movimiento». Xataca, 4/2/2015. En 1978, una mujer sufrió un caso de envenenamiento por monóxido de carbono que, si bien logró sobrevivir, su cerebro sufrió lesiones irreversibles que tuvieron efectos insólitos en sus sistema visual. Concretamente, la lesión se concretaba en las regiones que participan en la representación del movimiento. El resto de su sistema visual funciona bien, de modo que todo era normal para ella menos el movimiento. Es decir, si el objeto observado estaba quieto no había problema, pero si el objeto estaba en movimiento, entonces los veía como instantáneas separadas entre sí. Como un pase de diapositivas a cámara lenta. Las cosas no se movían para ella, sino que estaban en un sitio, y poco más tarde, en otro sitio, como si se hubieran teletransportado (…).