Contenidos
El problema del saber metafísico
El problema del saber metafísico se refiere a la cuestión de si es posible obtener conocimiento acerca de la realidad última o esencial del universo, que está más allá de lo que podemos observar o medir empíricamente. La metafísica se ocupa de preguntas fundamentales acerca de la naturaleza de la existencia, la realidad, el ser, la mente y la causalidad, entre otras.
La dificultad radica en que los conceptos y términos que se utilizan en la metafísica no se corresponden directamente con objetos o eventos concretos en el mundo físico, por lo que no se pueden verificar o falsificar mediante la observación o experimentación. Además, la metafísica a menudo implica afirmaciones que van más allá de lo que podemos saber con certeza, como la existencia de Dios, el alma o la vida después de la muerte.
Por tanto, el problema del saber metafísico es si la metafísica puede ser considerada como un campo legítimo del conocimiento, o si sus afirmaciones son meramente especulaciones sin base empírica. Algunos filósofos sostienen que la metafísica puede ofrecer un conocimiento válido sobre la realidad última, mientras que otros la consideran como una forma de pensamiento abstracto sin ninguna base real.
Las creencias religiosas
Las creencias religiosas se refieren a las ideas y prácticas relacionadas con la fe en un ser supremo o divinidad, y a menudo incluyen conceptos de moralidad, ética y propósito de vida. Las creencias religiosas son una forma de conocimiento que no se basa en la evidencia empírica o en la lógica, sino en la fe y en la revelación divina.
Desde el punto de vista de la filosofía de la religión, las creencias religiosas pueden ser consideradas como una forma de conocimiento que ofrece una perspectiva única sobre el mundo y la vida humana. En este sentido, las creencias religiosas pueden ser vistas como un complemento al conocimiento empírico y científico, que se ocupa de la descripción de los fenómenos observables del mundo natural.
Sin embargo, la validez de las creencias religiosas es objeto de debate y controversia en la filosofía y la teología. Algunos argumentan que las creencias religiosas son meras construcciones humanas que no tienen fundamento objetivo, mientras que otros sostienen que la experiencia religiosa puede proporcionar un conocimiento genuino y profundo sobre la realidad última del universo y de la vida humana. En última instancia, la validez de las creencias religiosas depende de la perspectiva individual de cada persona y de su propia experiencia y reflexión.
Ortega: Ideas y creencias
Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre que acontece. Porque ellas nos ponen delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ellas «vivimos, nos movemos y somos». Por lo mismo, no solemos tener conciencia expresa de ellas, no las pensamos, sino que actúan latentes, como implicaciones de cuanto expresamente hacemos o pensamos. Cuando creemos de verdad en una cosa no tenemos la «idea» de esa cosa, sino que simplemente «contamos con ella».
En cambio, las ideas, es decir, los pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean originales o recibidos, no poseen en nuestra vida valor de realidad. Actúan en ella precisamente como pensamientos nuestros y sólo como tales. Esto significa que toda nuestra «vida intelectual» es secundaria a nuestra vida real o auténtica y representa a ésta sólo una dimensión virtual o imaginaria. Se preguntará qué significa entonces la verdad de las ideas, de las teorías. Respondo: la verdad o falsedad de una idea es una cuestión de «política interior» dentro del mundo imaginario de nuestras ideas. Una idea es verdadera cuando corresponde a la idea que tenemos de la realidad. Pero nuestra idea de la realidad no es nuestra realidad. Ésta consiste en todo aquello con que de hecho contamos al vivir. Ahora bien, de la mayor parte de las cosas con que de hecho contamos no tenemos la menor idea, y si la tenemos —por un especial esfuerzo de reflexión sobre nosotros mismos— es indiferente porque no nos es realidad en cuanto idea, sino, al contrario, en la medida en que no nos es sólo idea, sino creencia infraintelectual.
La razón poética
La razón poética es un término acuñado por el filósofo francés Gaston Bachelard y desarrollado por María Zambrano para describir una forma de pensamiento que se basa en la imaginación y la creatividad. Según Bachelard, la razón poética es una forma de conocimiento que se centra en la experiencia subjetiva y la intuición, en lugar de seguir las normas racionales y objetivas de la razón científica.
La razón poética se refiere a la capacidad de la poesía y el arte para revelar aspectos ocultos de la realidad y de la mente humana, que no son accesibles a la razón lógica y objetiva. En este sentido, la poesía puede ser vista como una forma de conocimiento que nos permite explorar la experiencia humana de manera más profunda y significativa.
La razón poética no se opone necesariamente a la razón científica o lógica, sino que ofrece una perspectiva complementaria que nos ayuda a comprender la complejidad y la diversidad de la experiencia humana. La poesía y el arte pueden proporcionar una comprensión más rica y matizada del mundo y de nosotros mismos, y pueden ayudarnos a superar la rigidez y la linealidad de la razón puramente lógica.
Texto. Filosofía y poesía
El filósofo quiere lo uno, porque lo quiere todo, hemos dicho. Y el poeta no quiere propiamente todo, porque teme que en este todo no esté en efecto cada una de las cosas y sus matices; el poeta quiere una, cada una de las cosas y sus matices; el poeta quiere una, cada una de las cosas sin restricción, sin abstracción ni renuncia alguna. Quiere un todo desde el cual se posea cada cosa, mas no entendiendo por cosa esa unidad hecha de sustracciones. La cosa del poeta no es jamás la cosa conceptual del pensamiento, sino la cosa complejísima y real, la cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la que hubo y la que no habrá jamás. Quiere la realidad, pero la realidad poética no es solo la que hay, la que es; sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia caritativa, pues todo, todo tiene derecho a ser hasta lo que no ha podido ser jamás.
Zambrano, María (1987). Filosofía y poesía. Fondo de Cultura Económica.
El saber común
El saber común, también conocido como conocimiento popular, se refiere a las creencias y conocimientos compartidos por la mayoría de las personas dentro de una determinada cultura o comunidad. Este tipo de conocimiento se adquiere a través de la experiencia diaria, la observación y la comunicación con otras personas.
A diferencia del conocimiento científico, que se basa en la experimentación y la verificación empírica, el saber común se adquiere a través de la tradición y la transmisión cultural, y puede no estar respaldado por pruebas concretas. A pesar de ello, el saber común es una fuente valiosa de conocimiento y puede proporcionar una comprensión práctica de la vida cotidiana.
El saber común incluye creencias y conocimientos sobre temas como la salud, la familia, la religión, la moralidad y la política. A menudo, el saber común se basa en estereotipos y prejuicios culturales, y puede ser influenciado por factores como la educación, la religión, la etnia y la clase social.
Aunque el saber común no se somete a los rigurosos estándares de la verificación científica, puede ser una fuente importante de conocimiento para la toma de decisiones cotidianas y puede ser valioso para comprender la perspectiva de otras personas. La combinación del saber común y el conocimiento científico puede proporcionar una comprensión más completa y equilibrada del mundo y de nosotros mismos.