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Platón, en su obra La República, propone una teoría sobre el mejor orden social que debería existir en una sociedad justa y equitativa. En su propuesta, Platón defiende que el mejor sistema social es aquel en el que el gobierno está en manos de los filósofos.
Según Platón, la sociedad debería dividirse en tres clases: los gobernantes, los guerreros y los productores. Los gobernantes serían los filósofos, quienes por su sabiduría y conocimiento serían los más aptos para tomar decisiones justas y equitativas para el bien común. Los guerreros serían los encargados de la defensa de la sociedad, y los productores se encargarían de la producción y el comercio.
La educación sería fundamental en este sistema social, y estaría destinada a formar a los gobernantes y guerreros desde su infancia. La educación estaría basada en la filosofía, la ética y la moral, con el fin de desarrollar la sabiduría y la virtud en los gobernantes.
Además, Platón propone que no exista la propiedad privada, sino que los bienes y recursos sean compartidos por toda la sociedad. Esta propuesta se basa en la idea de que la propiedad privada genera desigualdades y conflictos entre los individuos, lo que impide la formación de una sociedad justa y equitativa.
La ciudad justa
La ciudad ideal, atribuido a Piero della Francesca
Platón intenta explicar cómo se ha de organizar la ciudad para que reine en ella la justicia. De este modo propone que la justicia social consiste en la armonía de las tres clases sociales (gobernantes, guerreros y trabajadores). Para que se produzca esta armonía es necesario que cada uno ocupe el lugar que le corresponda según sus cualidades.
Un Estado que se organiza de forma tan técnica se considera un Estado tecnocrático. Para Platón, el Estado justo es el Estado tecnocrático y los verdaderos tecnócratas (los que deben gobernar porque poseen el conocimiento para hacerlo) son los filósofos: los más inteligentes por nacimiento y los más instruidos por educación.
El político debería ser como el tejedor, pero en vez de lana teje a humanos de distinto carácter urdiendo así la ciudad feliz. Además, debe purgar al pueblo de elementos indeseables.
La justicia en el alma y el Estado
En República (libro VIII) explica cómo la sociedad se va degradando: Aristocracia -> Timocracia -> Oligarquía -> Democracia -> Tiranía
En El político simplifica estas formas de gobierno: Monarquía -> Aristocracia -> Democracia
Las virtudes y la felicidad
Hay cuatro virtudes fundamentales derivadas de cada una de las partes del alma (racional, irascible y concupiscible).
Al alma concupiscible le corresponde la templanza. Es la virtud consistente en la moderación en el disfrute de los placeres.
Al alma irascible le corresponde la fortaleza. Virtud consistente en el valor para enfrentarse a los peligros.
Al alma racional le corresponde la prudencia. Virtud también entendida como «sabiduría» y consistente en el conocimiento de las intenciones de la conducta humana y, por tanto, permite conocer lo que se debe hacer en cada momento concreto.
Dichas virtudes se integran en otra, la justicia, la más importante.
Política | Ética (virtud) | Psicología (alma) | Antropología (mito del carro) |
Rey filósofo | Prudencia (Phrónesis) | Racional | Auriga |
Guardián y guerrero | Fortaleza (Andreía) | Irascible | Caballo bueno |
Agricultores y artesanos | Templanza (Sophrosyne) | Concupiscible | Caballo malo |
Las distintas virtudes tienen como fin la armonía en las acciones. Esta armonía es la que produce la felicidad. La ética de Platón se denomina intelectualista porque la armonía depende del conocimiento que tengamos de nosotros mismos y del mundo.
Además la ética persigue la felicidad del individuo y la política persigue la felicidad del cuerpo político. Más información
Recursos
Textos
Foucault, Omnes et singulatim
En una segunda fase, el mundo giró hacia la dirección opuesta. Los dioses dejaron de ser los pastores de los hombres y éstos se encontraron abandonados a sí mismos. Pues les había sido dado el fuego. ¿Cuál sería entonces el papel del político? ¿Se convertiría él en pastor y ocuparía el lugar de la divinidad? De ninguna manera. A partir de ahora, su papel consistiría en tejer una sólida red para la ciudad. Ser un hombre político no iba a querer decir alimentar, cuidar y velar por el crecimiento de la descendencia, sino asociar: asociar diferentes virtudes, asociar temperamentos contrarios (fogosos o moderados), utilizando la «lanzadera» de la opinión pública. El arte real de gobernar consistía en reunir a los seres vivos «en una comunidad que reposara sobre la concordia y la amistad», y en tejer así «el más maravilloso de todos los tejidos». Toda la población, «esclavos y hombres libres envueltos en sus pliegues».
Tecnologías del yo, p 109
Platón, Político
Este es – digámoslo – el fin del tejido de la actividad política: la combinación en una trama bien armada del carácter de los hombres valientes con el de los sensatos, cuando el arte real los haya reunido por la concordia y el amor en una vida común y haya confeccionado el más magnífico y excelso de todos los tejidos, y, abrazando a todos los hombres de la ciudad, tanto esclavos como libres, los contenga en esa red y, en la medida en la que le está dado a una ciudad llegar a ser feliz, la gobierne y dirija, sin omitir nada que sirva a tal propósito.
(311b-c) Gredos, 604
Artículos
Cotarelo, Ramón, «El enclave platónico medieval», 28/7/2016. FRAGMENTO: Cuando nos disponemos a visitar el conjunto arquitectónico de Sant Pere de Rodes, en Ampurias, Girona, podremos leer en todas las guías y folletos que se trata de un lugar en el que se muestran juntos, pero no revueltos, los tres órdenes o estamentos que componían la sociedad medieval. La clasificación en oratores, bellatores y laboratores se debía al obispo y poeta francés, Adalberon de Reims. En realidad con algún cambio, esta triada reproduce la que postulaba Platón en La República como filósofos-reyes, guerreros y artesanos.
Almagro, Juan José, «El mito de la caverna» Establecemos como cierto lo que todo el mundo sabe falso y lo es. Hemos aprendido a construir “nuestra” propia realidad, la que nos pueda interesar. FRAGMENTO: Los límites éticos que admite y, desde otra perspectiva, demanda el común de los ciudadanos se imponen aceleradamente. La gente, la sagrada Opinion Pública, harta de imposturas, quiere que empresas e instituciones, de cualquier ámbito, cumplan de verdad la función social para las que fueron creadas, y que las organizaciones no solo sirvan para enriquecer a dirigentes poco escrupulosos y con ambición desmedida que, además, proyectan casi siempre una imagen de triunfadores prepotentes con difícil encaje en este mundo más solidario que no solo se atisba sino que nos vigila desde el horizonte, allá donde reside la utopía.
Aristóteles, a diferencia de Platón, no propone un modelo ideal de sociedad en su obra política Política. En lugar de ello, analiza las distintas formas de gobierno existentes en su época y argumenta que no existe un modelo ideal de gobierno, sino que cada forma de gobierno tiene sus ventajas y desventajas dependiendo de las circunstancias particulares de cada sociedad.
Sin embargo, Aristóteles sostiene que el mejor tipo de gobierno es la «politeia», que es un sistema de gobierno en el que el poder es ejercido por la clase media, compuesta por ciudadanos que tienen suficiente propiedad y educación para ser libres e independientes, pero que no poseen tanto poder como para convertirse en una aristocracia.
En la «politeia», los ciudadanos tendrían participación activa en la toma de decisiones, y se buscaría el bien común de la sociedad. Aristóteles también sostiene que la educación es fundamental para formar ciudadanos virtuosos y para el éxito de cualquier sistema político.
Además, Aristóteles defiende la propiedad privada y la libre empresa, argumentando que esto fomenta la creatividad y la productividad de la sociedad. Sin embargo, también reconoce la necesidad de regulaciones y restricciones para evitar la explotación y la desigualdad excesiva.
Para Aristóteles el ciudadano es aquel a quien le está permitido compartir el poder deliberativo y judicial.
Animal cívico
Es importante leer el siguiente texto en el que Aristóteles explica por qué el hombre es un animal cívico:
El hombre es, por naturaleza, un animal cívico […] La razón de que el hombre sea un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal gregario, es clara. La naturaleza, pues, como decimos, no hace nada en vano. Sólo el hombre, entre los animales, posee la palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros animales. (Ya que su naturaleza ha alcanzado hasta tener sensación del dolor y del placer e indicarse estas sensaciones unos a otros.) En cambio, la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer, de modo exclusivo, el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y las demás apreciaciones. La participación comunitaria en éstas funda la casa familiar y la ciudad
Aristóteles, Política, trad. de Carlos García Gual, Madrid, Alianza, 1986, libro I, cap. 2, pp. 43-44.
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Igualmente ten presente el siguiente texto (Política, 1253a):
Y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino como una bestia o un dios.
Regímenes políticos
El político debe buscar el bien común.
Según Aristóteles son tres los regímenes políticos posibles:
- Monarquía (unipersonal)
- Aristocracia (gobiernan los mejores o atienden a lo mejor para la ciudad)
- República (la mayoría gobierna mirando por el bien común).
Sus respectivas desviaciones son tiranía (de la monarquía), oligarquía (de la aristocracia) y democracia (de la república). Lee este fragmento:
Puesto que régimen político y órgano de gobierno significan lo mismo, y órgano de gobierno es la parte soberana de las ciudades,
necesariamente será soberano o un solo individuo, o unos pocos, o la mayoría; y cuando ese uno o la minoría, o la mayoría, gobiernan
atendiendo al bien común, esos regímenes serán por necesidad rectos; y los que atienden al interés particular del individuo o de la minoría, o de la mayoría, desviaciones. Pues, o no hay que considerar ciudadanos a los que no participan, o deben tener
participación en el beneficio.
De los gobiernos unipersonales solemos llamar monarquía al que vela por el bien común; al gobierno de pocos, pero de más de uno,
aristocracia (bien porque gobiernan los mejores [áristoi] o bien porque lo hacen atendiendo a lo mejor (áristoi) para la ciudad y
para los que forman su comunidad); y cuando la mayoría gobierna mirando por el bien común, recibe el nombre común a todos los regímenes políticos: república (politeia) (y es así con razón: pues es posible que un solo individuo o unos cuantos destaquen por su virtud; pero ya difícil es que un número mayor se distinga en cualquier virtud, a no ser principalmente en la militar, ya que ésta se da en la masa. Por eso en este régimen político el sector partidario de la guerra es el más soberano y forman parte de él los que tienen armas).
Desviaciones de los citados son: la tiranía, de la monarquía; la oligarquía de la aristocracia, y la democracia, de la
república. La tiranía, en efecto, es una monarquía orientada al interés del monarca; la oligarquía, al de los ricos, y la democracia, al interés de los pobres. Pero ninguna de ellas presta atención a lo que conviene a la comunidad.
Aristóteles, Política , Tecnos, Madrid, 2004, (Libro III, cap. VII, pp. 219-220).
Justicia
Respecto a la justicia Aristóteles la dividía en dos tipos:
- justicia distributiva: distribuir a cada miembro de una sociedad según su mérito.
- justicia conmutativa: reparación regulada por un contrato.
Amistad
Respecto a la amistad, Aristóteles las divide en tres tipos:
1. La amistad interesada
2. La amistad que busca el placer
3. La amistad completa (philía)
Fragmento de una entrevista al filósofo Anthony Grayling:
-Si tuviese que salvar solo un libro para que la civilización empezase de nuevo, ¿cuál elegiría?
–Ética a Nicómaco, de Aristóteles. Porque este libro, que habla del bien, tiene dos capítulos hermosos sobre la amistad. Si llegas a ser amigo de tus padres, de tus hijos, de tu pareja… tu vida será un éxito. La amistad es uno de los logros más completos que puede conseguir el hombre en su vida. Es una de las dos claves de la felicidad. La otra es la creatividad.