Para Aristóteles, el conocimiento y la realidad también están estrechamente relacionados, pero de una manera diferente a como lo planteaba Platón.
Aristóteles creía que el conocimiento se adquiere a través de la experiencia sensorial, y que la realidad se encuentra en los objetos y en los fenómenos del mundo físico. Para él, el conocimiento verdadero no es alcanzado a través de la contemplación de las formas universales, sino a través del análisis y la clasificación de los objetos y fenómenos del mundo físico.
De este modo fue un precursor del método científico, basado en la observación empírica y la experimentación, como la forma de alcanzar el conocimiento verdadero y de entender la realidad. Para él, el conocimiento se adquiere a través de la percepción de los objetos y fenómenos del mundo físico, y luego se clasifica y se analiza de forma sistemática para llegar a conclusiones generales.
El estagirita pensaba que el conocimiento verdadero no solo se alcanza a través de la experiencia sensorial, sino también a través de la razón. Él afirmaba que la razón es la capacidad que tiene el ser humano para analizar y clasificar los objetos y fenómenos del mundo físico, y para llegar a conclusiones generales a partir de esa observación empírica.
Según Aristóteles la percepción es lo único que permite a los animales inferiores un conocimiento (aunque dicho conocimiento sea fugaz). En los animales superiores se da además la memoria, que permite el aprendizaje. De la percepción surge el recuerdo (memoria), de los recuerdos repetidos surge la experiencia, de la experiencia proviene el principio de la técnica y de la ciencia. Veamos a continuación cómo entiende el filósofo peripatético el proceso de conocimiento.
Contenidos
Conocimiento
Proceso de conocimiento
Al igual que su maestro Platón, Aristóteles considera que solo hay una ciencia de «lo general y lo necesario». Por tanto es imposible una ciencia de algo concreto como «Pedro», por ejemplo, pero sí es posible una ciencia de algo general como el «hombre». De este modo el verdadero trabajo científico consistiría en separar entre la forma esencial y la materia.
Aristóteles anuncia la forma de acercarse a la verdad conocida como «inducción».
Inducción: Es el camino desde las cosas singulares hasta lo universal.(Topiká, I,105a13). Es un medio de confirmación o comprobación más que de descubrimiento.
Los siguientes esquemas explican cómo funciona el proceso de conocimiento en Aristóteles que va desde los sentidos hasta el entendimiento:
El conocimiento comienza por los sentidos y culmina en un tipo de conocimiento intelectual capaz de captar la esencia (o forma). El proceso es como sigue:
El objeto sensible es captado por cualquiera de los cinco sentidos externos, que son vista, oído, olfato, tacto y gusto, que aportan los sensibles propios (color, sonido, olor, frío, dulce…): roja, esferoide, vegetal, olorosa, templada.
Esta información (datos) se unifican en el denominado sentido común que distingue, organiza y unifica los sensibles propios y comunes (tamaño, figura, movimiento). Es lo que lo que nos hace ser conscientes de tener sensaciones, es decir, la conciencia.
En la conciencia se conservan y combinan entre sí por la intervención de la imaginación, que es capaz de producir imágenes, y la memoria, que conserva las imágenes, formando ambas una imagen sin los prescindibles elementos materiales.
Luego intervienen las facultades superiores, a saber: el entendimiento agente y el entendimiento paciente.
El entendimiento agente abstrae las cualidades particulares de la imagen creada por la imaginación y la memoria y elabora un concepto que refleje lo esencial, lo universal (la forma)
El entendimiento paciente, iluminado por el agente, “conoce” el universal (el concepto, la forma) para aplicarlo a los casos particulares pertinentes. Vea el siguiente mapa conceptual
Texto sobre el entendimiento agente desde la ciencia
Las neuronas dividen su tarea de una forma jerárquica muy eficiente. Ciertos grupos de neuronas procesan aspectos básicos de la señal que reciben. Imaginemos una foto de un árbol. El cerebro dedica diferentes grupos de neuronas a saber si hay líneas rectas, curvas, horizontales, , verticales, si se mueven, si desaparecen. Esta labor realizada por una primera capa de neuronas no es un procesamiento total de la señal, más bien es un preprocesamiento para agilizar el tratamiento posterior de la información.
Este preprocesamiento pasa a una capa superior de grupos neuronales y se crean señales que intentan comprender ideas de un orden superior. Los patrones recibidos en forma cruda por el cerebro son procesados sucesivamente de forma jerárquica hasta lograr reconocer una silla, una nube, una caja.
Ética para máquinas, José Ignacio Latorre, ed. Ariel, p. 116.
Texto sobre la crítica a la teoría platónica de las ideas
La cuestión más importante que debemos plantear será preguntar cuál puede ser la contribución de las ideas a los seres sensibles, eternos o temporales. Porque no son causas de ningún movimiento ni de ningún cambio. No constituyen tampoco ninguna ayuda para la ciencia de los otros seres: no son su esencia, si no estarían en ellos; ni son para explicar su existencia, porque no son inmanentes a los seres participados. […] Por otra parte los otros seres no pueden provenir de las ideas, en ningún sentido de los que ordinariamente se emplean. Y si decimos que las ideas son paradigmas, y que las otras cosas derivan de ellas, pronunciamos palabras vacías y hacemos metáforas poéticas. ¿Quién trabaja con los ojos fijos en las ideas?
También puede ocurrir que exista y se produzca algún ser semejante a otro sin estar modelado sobre este otro: así, existiendo o no Sócrates, podría nacer un hombre semejante a Sócrates y sucedería evidentemente lo mismo si se supusiera un Sócrates eterno. Además, habría muchos paradigmas del mismo ser y por tanto muchas ideas de este ser; por ejemplo, para el hombre, sería el animal, el bípedo, a la vez que el hombre en si. Y las ideas no serán solamente paradigmas de los seres sensibles, sino también de las mismas ideas; por ejemplo, el género será el paradigma de las especies contenidas en el género; y entonces paradigma e imagen serán lo mismo. Además, parece imposible que la substancia esté separada de aquello de lo que es substancia; por tanto ¿cómo pueden estar separadas de las cosas las ideas, que son las substancias de las cosas?
Aristóteles, Metafísica, XIII, trad. T. Calvo, Gredos, 1995.
Texto de Averroes sobre el conocimiento
Es evidente que nos vemos obligados en su obtención a sentir primero, a imaginar después, y solamente entonces podemos captar el universal. Y por eso, a quien le abandona uno cualquiera de los sentidos, le abandona un inteligible. (…) Y se repite esta sensación una vez tras otra, hasta que salta en nosotros la chispa del universal. Epítome a De Anima, 114.
Subordinación de los saberes
Aristóteles dividía los saberes humanos en productivos (la técnica es un tipo de saber productivo), prácticos (saber comportarse o vivir) y contemplativos (lo máximo a que se puede aspirar, saber cómo son las cosas)
El saber que orienta la «poiesis» (o producción y fabricación, es toda actividad cuyos fines son objetos que ella misma engendra) es tecnológico. Ej.: retórica, medicina, arquitectura, panadería…
El saber que corresponde a la «praxis» (o acción, es una actividad que encuentra en sí misma su propio fin) es ético y político.
El saber que corresponde a la contemplación consiste en saber cómo son las cosas.
La técnica consiste en saber hacer algo mediante reglas, saber producir algo con conciencia de cómo y por qué se hace así.
Dos artículos y escenas de cine que ayudan a entender esta cuestión, escritos por el profesor Alberto Fernández: «Del mundo perceptual al mundo conceptual» y «¡Aristóteles caníbal!»
Texto sobre las formas y grados de saber
Todos los hombres por naturaleza desean saber. Prueba de ello es su gusto por las sensaciones, pues aparte de su utilidad, gustan por sí mismas, y más que todas las demás, las sensaciones visuales. Pues no sólo para hacer algo, sino incluso cuando no tenemos intención de hacer nada, preferimos la vista, por así decirlo, a todos los demás sentidos. Y la causa es que la vista es, de todos los sentidos, el que nos hace adquirir más conocimientos y nos descubre más matices.
Por naturaleza los animales están dotados de sensaciones, pero en unos la sensación no engendra memoria, mientras que en otros sí. Por ello éstos son más inteligentes y más capaces de aprender que los que son incapaces de recordar. La inteligencia, sin la facultad de aprender, es atributo de los animales incapaces de oír los sonidos, como la abeja y los demás géneros de animales que puedan hallarse en el mismo caso. Al contrario, la facultad de aprender pertenece a los que, además de la memoria, tienen el sentido del oído.
Los animales distintos del hombre viven, pues, reducidos a las imágenes y a los recuerdos; participan poco de la experiencia, mientras que el género humano participa del arte y del razonamiento. La memoria da origen a la experiencia en los hombres. En efecto, muchos recuerdos de una misma cosa acaban por constituir una experiencia. Y la experiencia parece ser casi de la misma naturaleza que la ciencia y el arte; pero la ciencia y el arte llegan en los hombres a través de la experiencia, porque «la experiencia creó el arte, y la inexperiencia el azar» como dice Polo. El arte nace cuando de una multitud de nociones empíricas se separa un solo juicio universal aplicable a todos los casos semejantes. En efecto, formar el juicio de que tal medicina ha curado a Callias, enfermo de esta enfermedad, y después a Sócrates, y después a muchos otros tomados individualmente, es propio de la experiencia. Pero juzgar que tal medicina ha curado a todos los individuos afectos de tal enfermedad, determinados según una misma especie, como los flemáticos, los biliosos o los que tienen fiebre, corresponde al arte.
Ahora bien, en la vida práctica, la experiencia no parece diferenciarse en nada del arte. Incluso vemos que los hombres de experiencia superan a los que tienen el concepto (logos) sin la experiencia. La causa de esto es que la experiencia es el conocimiento de las cosas singulares, y el arte de las cosas universales; y toda práctica y toda génesis se hacen sobre lo individual. En efecto, el médico no cura al hombre, a no ser implícitamente, sino a Callias, a Sócrates, o a algún otro así llamado, a quien ocurre que es hombre. Por ello si se posee el concepto sin la experiencia, y conociendo lo universal, se ignora lo individual, se cometerán con frecuencia errores de tratamiento, porque es al individuo al que hay que curar.
Creemos no obstante que el saber y el comprender pertenecen más al arte que a la experiencia y consideramos a los hombres que poseen el arte superiores a los hombres de experiencia: la sabiduría en todos los hombres acompaña con preferencia al saber: porque los unos conocen la causa y los otros no. Los hombres de experiencia conocen que una cosa es, pero ignoran el porqué; mientras que los hombres que poseen el arte conocen el porqué y la causa. Por ello también opinamos que en toda empresa los maestros merecen mayor consideración que los obreros: son más sabios y tienen mayor conocimiento porque conocen las causas de lo que se hace, mientras que los obreros se parecen a las cosas inanimadas: hacen, pero sin saber lo que hacen, igual que quema el fuego. Aunque los seres inanimados realizan cada una de sus funciones por naturaleza y los obreros por hábito. Así los maestros son más sabios no por su habilidad práctica, sino porque poseen el concepto y conocen las causas. En general, la señal del saber es poder enseñar, y por ello creemos que el arte es más ciencia que la experiencia, ya que los hombres de arte pueden enseñar y los expertos no.
Además no creemos que ninguna de las sensaciones sea sabiduría. Sin duda son por excelencia conocimiento de las cosas singulares, pero no nos dicen el porqué de nada; por ejemplo, por qué el fuego es caliente; sino solamente que es caliente. Por ello con razón el que encontró primero un arte cualquiera superior a las sensaciones comunes, provocó la admiración de los hombres. Y no sólo por la utilidad de su invento, sino por su sabiduría y por su superioridad sobre las demás. Después las artes se multiplicaron y unas tuvieron por objeto las necesidades y las otras el adorno. Y siempre los inventores de estas últimas han sido considerados como más sabios que los otros, porque sus ciencias no tenían como fin la utilidad. Así, todas las diferentes artes estaban ya constituidas, cuando se descubrieron por último las ciencias que no se refieren a los placeres ni a las necesidades, y nacieron en los países en donde era posible el ocio. Y así Egipto fue la cuna de las matemáticas, porque se permitía a la clase sacerdotal que no trabajase.
Hemos indicado en la Ética qué diferencia existe entre el arte, la ciencia y las demás disciplinas de este género. Ahora decimos que todos convienen en que la llamada sabiduría tiene por objeto las primeras causas y los principios. Por ello, como hemos dicho antes, el hombre de experiencia parece más sabio que aquel que solamente tiene una sensación, el hombre de arte más sabio que el hombre de experiencia, el arquitecto más que el obrero manual, y las ciencias teóricas más que las producidas. Es claro, pues, que la sabiduría es la ciencia de ciertas causas y de ciertos principios.
Puesto que esta ciencia es objeto de nuestra investigación, debemos examinar de qué causas y de qué principios es ciencia la sabiduría Y si consideramos los juicios que hacemos sobre el sabio, sin duda nos resultará mucho más clara la respuesta a esta pregunta.
En primer lugar entendemos por sabio al que sabe todas las cosas, en cuanto es posible, sin tener la ciencia de ninguna de ellas en particular. Después es sabio el que llega a conocer las cosas difíciles y penosas de conocer para el hombre, pues el conocimiento sensible es común a todos; por tanto es fácil y nada tiene de sabio. Además es el más sabio en toda clase de saber aquel que conoce las causas con la mayor exactitud y que es más capaz de enseñarlas. Y entre las ciencias, es más sabiduría aquella que se escoge por sí misma y con el solo fin de saber, que la que se elige por sus resultados. Por último, es más sabiduría una ciencia elevada que una ciencia subordinada: pues el sabio no debe recibir leyes sino darlas no debe obedecer a otro, sino que debe obedecerle el que es menos sabio.
Aristóteles, Metafísica, I, 1, trd. T. Calvo, Gredos, 1995.
Lógica aristotélica
Hay dos tipos de razonamientos dialécticos: la deducción (el que va de los universal a lo particular) y la inducción (el que va de lo particular a lo universal). Aristóteles fue el primero en estudiar la inferencia deductiva.
La deducción (syllogismós) es un discurso en el que, sentadas ciertas cosas, necesariamente se sigue de ellas algo distinto de ellas (Topiká, I, 100a1):
1. Todos los hombres son mortales. (Premisa mayor)
2. Todos los griegos son hombres. (Premisa menor)
3. Todos los griegos son mortales. (Conclusión)
Aristóteles examina las combinaciones de términos que constituyen las proposiciones, enunciados o asertos, deduciendo que las proposiciones pueden ser afirmativas o negativas y particulares o universales, como se ve en el «cuadrado de los opuestos«.
Texto sobre el silogismo
Creemos saber algo de una manera absoluta, y no según el modo sofístico de una manera accidental, cuando creemos conocer la causa por la que la cosa es, [conocer] que esta causa es la de la cosa y que no es posible que la cosa sea de otro modo que como es. Es evidente que ésta es la naturaleza de la ciencia. En efecto, [consideremos acabamos de indicar, y los que saben se comportan en realidad de este modo. Y así el objeto de la ciencia en sentido propio es algo que no puede ser de otro modo que como es.
Si existe otro modo de saber, lo diremos más adelante. Lo que aquí llamamos saber, es conocer por medio de la demostración. Llamo demostración al silogismo científico, y llamo científico a un silogismo cuya posesión constituye para nosotros la ciencia. Si, pues, el conocimiento científico consiste en lo que hemos afirmado, es necesario también que la ciencia demostrativa parta de premisas verdaderas, primeras, inmediatas, más conocidas que la conclusión, anteriores a ella y causas de ella. Con estas condiciones los principios son adecuados para demostrar la conclusión. Un silogismo puede seguramente existir sin estas condiciones, pero no será una demostración, porque no producirá la ciencia.
Aristóteles, Segundos analíticos, 1, 2,
El entendimiento aristotélico en la actualidad
Escucha con atención esta conferencia de la neuroanatomista Jill Bolte Taylor que explica su forma de conocer, de entender, cuando sufrió un derrame cerebral del que tardó en recuperarse ocho años. Te invito a reflexionar sobre si en cierta medida está hablando del entendimiento agente y del entendimiento paciente tal y como lo entendía Aristóteles hace más de dos milenios o si tiene poco que ver una cosa con la otra.
Realidad
Naturaleza
El Universo según lo entiende Aristóteles. Imagen tomada de Bípedos implumes buscan logos
Aristóteles explica que el origen de la ciencia se encuentra en el asombro que produce lo que vemos y en la curiosidad por entenderlo.
En su libro Física explica la naturaleza y en su libro Metafísica trata de explicar la ciencia primera (también llamada filosofía primera o teología). De este modo existiría una especie de enfrentamiento entre la metafísica (que tiene por objeto de estudio la realidad suprasensible) y la física (cuyo objeto es la realidad sensible caracterizada por el movimiento).
En ambos libros se trata de la naturaleza, del hilemorfismo y del teleologismo.
Aristóteles dice en Metafísica que El ser se dice de muchas maneras. Esas diversas maneras de decirse el verbo ser son las categorías, existiendo 10. Por ejemplo de Pedro se puede decir:
Pedro es un hombre (entidad)
Pedro mide 1,80m (cantidad)
Pedro es muy inteligente (cualidad)
Pedro es más gordo que Juan (relación)
Pedro está en el parque (dónde)
Pedro estudió ayer (cuándo)
Pedro está de rodillas (postura)
Pedro está calzado (llevar puesto)
Pedro está empujando (hacer)
Pedro está siendo empujado (padecer)
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Considera que la categoría más importante es la entidad, a la que dedica amplios estudios.
Texto sobre las categorías
Cada una de las palabras o expresiones independientes o sin combinar con otras significan de suyo una de las siguientes cosas: el qué (la sustancia), la magnitud (cantidad), qué clase de cosas es (cualidad), con qué se relaciona (relación), dónde está (lugar), cuánto (tiempo), en qué actitud está (posición, hábito), cuáles son sus circunstancias (estado, hábito, condición), su actividad (acción), su pasividad (pasión). En breves líneas, son ejemplos de sustancia «hombre» y «caballo»; de cantidad «de dos codos de largo», «tres codos de longitud», y otras cosas análogas; de cualidad, «blanco», «gramatical». Los términos como «mitad», «doble», «mayor» denotan una relación. «En el mercado», «en el Liceo», y otras frases similares, significan lugar, mientras que el tiempo viene expresado por locuciones como «ayer», «el último año» y otras por el estilo. «Está echado» o «sentado» significa posición, y «está calzado», «está armado» significan estado o hábito. Finalmente «corta» o «quema» significan una acción, y «es cortado» o «se quema» significan una pasión.
Aristóteles, Categorías, IV, 2a.
Hilemorfismo
El hilemorfismo es la tesis que afirma que los seres están compuestos de materia (hyle) y forma (morphe). Con su teoría hilemórfica Aristóteles contradice a Platón, para quien la forma, las ideas, es lo más importante.
Un concepto asociado al de hilemorfismo es el de movimiento o cambio. El cambio consiste en la adquisición por el sustrato de una forma de la que inicialmente estaba privado. (El sustrato es lo que permanece en el cambio, por ejemplo Pedro si se traslada). Se produce un paso de la potencia al acto.
Este hecho tiene interesantes implicaciones; por ejemplo, en la recurrente discusión sobre el aborto hay quien piensa que el embrión es un hombre en acto y otros que creen que es un hombre en potencia; según sea potencia o acto estaría justificado o no el aborto.
Causas: material, formal, eficiente y final. Causa final: si la piedra cae, es porque el lugar natural de la piedra es la tierra.
El movimiento (el cambio) es el paso de la potencia al acto, y hay de 4 tipos:
- Según la sustancia (generación y corrupción)
- Según la cualidad (alteración)
- Según la cantidad (aumento disminución)
- Según el lugar (traslación)
También dice Aristóteles que existe el cambio natural y el cambio violento.
El ladrillo es materia respecto a la casa, pero forma respecto a la arcilla de que está hecho.
Fijista (las especies no mutan ni evolucionan). El ser no puede surgir del no-ser.
Texto sobre las cuatro causas y explicación del mundo
Puesto que el objeto de esta investigación es el conocer y no creemos conocer algo si antes no hemos establecido en cada caso el «porqué» (lo cual significa captar la causa primera) [la más próxima], es evidente que tendremos que examinar cuanto se refiere a la generación y a la destrucción y a todo cambio natural, a fin de que, conociendo sus principios, podamos intentar referir a ellos cada una de nuestras investigaciones. En este sentido se dice que es causa (1) aquel constitutivo interno de lo que algo está hecho, como por ejemplo, el bronce respecto de la estatua o la plata respecto de la copa, y los géneros del bronce o de la plata. En otro sentido (2) es la forma o el modelo, esto es, la definición de la esencia y sus géneros (como la causa de una octava es la relación del dos al uno, y en general el número), y las partes de la definición. En otro sentido (3) es el principio primero de donde proviene el cambio o el reposo, como el que quiere algo es causa, como es también causa el padre respecto de su hijo, y en general el que hace algo respecto de lo hecho, y lo que hace cambiar algo respecto de lo cambiado. Y en otro sentido (4) causa es el fin, esto es, aquello para lo cual es algo, por ejemplo, el pasear respecto de la salud. Pues ¿por qué paseamos? A lo que respondemos: para estar sanos, y al decir esto creemos haber indicado la causa. Y también cualquier cosa que, siendo movida por otra cosa, llega a ser un medio respecto del fin, como el adelgazar, la purgación, los fármacos y los instrumentos quirúrgicos llegan a ser medios con respecto a la salud. Todas estas cosas son para un fin, y se diferencian entre sí en que unas son actividades y otras instrumentos.
Tales son, pues, los sentidos en que se dice de algo que es causa. Pero, como causa se dice en varios sentidos, ocurre también que una misma cosa tiene varias causas, y no por accidente. Así, en el caso de una estatua, tanto el arte del escultor como el bronce son causas de ella, y causas de la estatua en tanto que estatua y no con respecto a otra cosa; pero no lo son del mismo modo: uno es causa como materia, otro como aquello de donde proviene el movimiento. Hay también cosas que son recíprocamente causas; así el ejercicio es causa del buen estado del cuerpo y éste del ejercicio, aunque no del mismo modo: el buen estado del cuerpo es causa como fin, el ejercicio como principio del movimiento. Además, una misma cosa puede ser causa de contrarios, pues así como la presencia de una cosa es causa de otra, a veces su ausencia es responsable de lo contrario; por ejemplo, la ausencia del piloto es causa del naufragio y su presencia es causa de la salvación de la nave. Así pues, todas las causas que hemos mencionado se reducen manifiestamente a cuatro clases.
Aristóteles, Física, II.
Teleologismo
El «primer motor inmóvil» es la causa que dinamiza y anima el mundo, pero en sí misma no deviene, puesto que es ya desde toda la eternidad la forma en acto y perfecta en todo.
Causa primera y última, el primer motor no es causado por nada, es causa sui, su propia causa. Es inmaterial, pues la materia es receptáculo de formas y asiento de imperfecciones.
Aristóteles cree que toda entidad tiene un «para qué», un fin. Es un rasgo arcaico de su pensamiento, debido probablemente a que como buen zoólogo que era veía que los órganos de los animales tienen una función, «se crean para».
«Telos»: fin. Teleología: Doctrina de las causas finales. En la actualidad: Monod: teleonomía.
Textos
Aristóteles, Metafísica
La ciencia que estudia lo que es en tanto que es
Hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen. esta ciencia, por lo demás, no se identifica con ninguna de las denominadas particulares. Ninguna de las otras (ciencias), en efecto, se ocupa universalmente de lo que es, en tanto que algo que es, sino que tras seccionar de ellos una parte, estudia los accidentes de ésta: así, por ejemplo, las ciencias matemáticas.
Y puesto que buscamos los principios y las causas supremas, es evidente que éstas han de serlo necesariamente de alguna naturaleza por sí misma. Y, ciertamente, si también buscaban esos principios quienes buscaban los elementos de las cosas que son, también los elementos tenían que ser necesariamente elementos de lo que es, no accidentalmente, sino en tanto que algo es. De ahí que también nosotros vayamos de alcanzar las causas primeras de lo que es, en tanto que algo que es.
(IV, 1 1-33)
Potencia y acto
Por ejemplo, el esperma no es aún en potencia hombre (puesto que tiene que depositarse en otro y transformarse), pero una vez que ha llegado a ser tal, por el principio que le es propio, entonces ya lo es en potencia. En su estado previo necesita, sin embargo, de otro principio, al igual que la tierra no es en potencia aún una estatua (en efecto, será bronce una vez que haya cambiado)
(IX, 7 14-17. Madrid, Gredos, 2011, trad. Tomás Calvo Martínez)
Causas
Es obvio que necesitamos conseguir la ciencia de las causas primeras (desde luego, decimos saber cada cosa cuando creemos conocer la causa primera). Pero de «causas» se habla en cuatro sentidos: de ellas, una causa es la entidad, es decir, la esencia (pues el porqué se reduce, en último término, a la definición, y el porqué primero es causa y principio); la segunda, la materia, es decir, el sujeto; la tercera, de donde proviene el inicio del movimiento, y la cuarta, la causa opuesta a esta última, aquello para lo cual, es decir, el bien (este es, desde luego, el fin a que tienden la generación y el movimiento). Y aunque sobre ellas hemos tratado suficientemente en la Física, tomaremos, con todo, en consideración a los que antes de nosotros se acercaron a investigar las cosas que son, y filosofaron acerca de la verdad (…)
De los que primero filosofaron, la mayoría pensaron que los únicos principios de todas las cosas son de naturaleza material: y es que aquello de lo cual están constituidas todas las cosas que son, y a partir de lo cual primeramente se generan y en lo cual últimamente se descomponen, permaneciendo la entidad por más que esta cambie en sus cualidades, eso dicen que es el elemento, y eso el principio de las cosas que son, de ahí que se piensen que nada se genera ni se destruye; puesto que tal naturaleza se conserva siempre (…)
Anaxímenes y Diógenes afirman que el aire es anterior al agua y que, entre los cuerpos simples, él es principio por antonomasia […] Heráclito el efestio afirma que lo es el fuego, y Empédocles, a su vez, añadiendo la tierra como cuarto a los ya mencionados.
(I,3,983a,24 ss). Trad. Tomás Calvo, Gredos, 2011, p. 83, 84, 85.
Crane, La mente mecánica
En el sistema del mundo de Aristóteles, todo debía tener su «lugar» o condición natural, y las cosas hacían lo que hacían porque estaba en su naturaleza alcanzar su condición natural. Esto se aplicaba a las cosas inorgánicas tanto como a las orgánicas: las piedras caen al suelo a causa de que su lugar natural está en el suelo, el fuego se eleva a su lugar natural en el cielo, y así sucesivamente.
En el siglo XVII todo esto empezó a desmoronarse. Un importante cambio fue que el método aristotélico de explicación -en término de fines y «naturalezas»- fue reemplazado por un método mecánico de explicación, en términos del comportamiento determinista regular de la materia en movimiento. Y el modo de encontrar algo acerca del mundo no era estudiando e interpretando las obras de Aristóteles, sino observando y experimentando, así como midiendo matemáticamente las magnitudes e interacciones de la naturaleza.
FCE, México, 2008, pp. 23 y 24.
Bilingüismo
Vídeo: Aristotle by The School of Life