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El racionalismo de René Descartes
René Descartes (1596-1650) fue un filósofo y matemático francés, considerado como uno de los fundadores del racionalismo, corriente filosófica que sostiene que el conocimiento verdadero se obtiene a través de la razón, y que esta es la fuente principal del conocimiento.
La obra más conocida de Descartes es Discurso del método (junto a Meditaciones metafísicas), en la que expone su método de duda sistemática, mediante el cual busca establecer una base sólida y segura para el conocimiento. Descartes comienza dudando de todo lo que le rodea, incluso de sus propias percepciones sensoriales, y busca un conocimiento que sea indudable y evidente.
A partir de esta duda, Descartes llega a la conclusión de que la única cosa que es indudable es su propia existencia, ya que para dudar de su existencia tendría que existir para hacerlo. De esta manera, Descartes establece el cogito ergo sum (pienso, luego existo) como la verdad fundamental y evidente.
Descartes también sostiene que la realidad se puede conocer a través de la razón, mediante la deducción de verdades a partir de principios evidentes e indudables. Estos principios evidentes e indudables, según Descartes, son las ideas innatas, que se encuentran en la mente de todo ser humano y que no dependen de la experiencia.
En cuanto a la relación entre la mente y el cuerpo, Descartes sostiene que son dos sustancias distintas, que se relacionan a través de la glándula pineal. Esta teoría se conoce como dualismo cartesiano.
En resumen, el racionalismo de Descartes se basa en la idea de que el conocimiento verdadero se obtiene a través de la razón, mediante la deducción de verdades a partir de principios evidentes e indudables. La duda sistemática es un medio para alcanzar ese conocimiento seguro y verdadero. Además, Descartes establece la idea de que la mente y el cuerpo son dos sustancias distintas, una idea que ha sido muy influyente en la filosofía posterior.
El racionalismo de Spinoza
El empirismo de David Hume
David Hume (1711-1776) fue un filósofo escocés, considerado como uno de los principales representantes del empirismo. El empirismo es una corriente filosófica que sostiene que todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial, y que no hay ideas innatas.
En su obra Tratado de la naturaleza humana, Hume sostiene que todo conocimiento humano se basa en la experiencia, y que nuestras ideas y conceptos son el resultado de la asociación de impresiones sensoriales. Según Hume, todas nuestras ideas se derivan de la experiencia sensorial, y no hay ideas o conceptos que no tengan origen en ella.
Hume sostiene que no podemos conocer la realidad tal como es en sí misma, sino que sólo podemos conocer la forma en que se nos presenta a través de la experiencia. Para él, la mente humana no tiene la capacidad de conocer la realidad más allá de lo que se percibe, y cualquier afirmación que vaya más allá de la experiencia es una especulación sin fundamento.
En cuanto a la causalidad, Hume sostiene que no podemos conocer la existencia de una relación causal entre dos eventos, sino sólo la regularidad con la que se producen juntos. Para Hume, la idea de causalidad no es una idea innata, sino que es el resultado de la asociación de impresiones sensoriales que se producen juntas de manera constante.
En resumen, el empirismo de Hume sostiene que todo conocimiento proviene de la experiencia, y que no hay ideas innatas. La mente humana no tiene la capacidad de conocer la realidad más allá de lo que se percibe, y cualquier afirmación que vaya más allá de la experiencia es una especulación sin fundamento. La causalidad no es una idea innata, sino que es el resultado de la asociación de impresiones sensoriales que se producen juntas de manera constante.
Según Hume los enunciados metafísicos carecen de sentido porque la metafísica es fruto absurdo de la vanidad humana que pretendió adentrase en asuntos inabarcables por el entendimiento humano. Por eso los conceptos (metafísicos) de «sustancia» y «causalidad» sólo son relaciones de ideas, imposibles de explicar por la experiencia.
Distingue entre impresiones (percepción que, por ser inmediata y actual, es viva e intensa) e ideas (copia de una impresión que se hace por la memoria o la imaginación). Las ideas se relacionan entre ellas por
semejanza (un retrato de una persona nos lleva a pensar en la persona)
contigüidad (las ideas que se han vivido a la vez suelen a parecer juntas)
causalidad (asocia una idea a otra porque siempre han tenido una relación de causa-efecto)
Además para Hume existen dos niveles de conocimientos:
Conocimiento en sentido estricto (de carácter intuitivo o demostrativo, solo hay destreza en el campo de la cantidad y el número)
Creencia (no hay certeza sino probabilidad)
El hábito (la costumbre) es lo que explica la unión que establecemos entre los hechos, pero no su conexión necesaria. Es una guía infalible para la práctica de la vida, pero no es un principio de justificación racional o filosófico.
De este modo la ciencia se basa en la inducción, en la repetición de actos, es decir, en la costumbre.
La «sensación» aventaja a las ideas «de memoria» y «de imaginación» porque llegan antes a la mente. Por tanto el pensamiento más vivo sería inferior a la sensación más tenue.
Si damos más credibilidad a unos argumentos que a otros es debido a los sentimientos que provoca en nosotros. Este hecho se conoce como emotivismo (lo que importa para el conocimiento es la emoción, positiva o negativa, que produce algo).
La causalidad nos permite vincular unas realidades a otras. Así se establecen relaciones de causa-efecto. Pero según Hume la causalidad no está en los hechos sino en las personas, que tienen una especial manera de relacionarlos.
Dar un papel prioritario a la razón en la valoración de las acciones es falaz y contraproducente porque la razón pura no existe. La razón pura tendría la capacidad de de pensar solo desde la razón, sin mezcla de sentimientos, lo cual es imposible.
Crítica de la causalidad
Entre la causa y el efecto no hay una relación lógica que permita «deducir» el efecto de su causa, como se extrae una conclusión de una premisa que se supone verdadera. Si el efecto se dedujera de la causa, habría un nexo necesario entre la una y el otro, pero no es el caso. Es preciso descubrirlo empiricamente.
Que la naturaleza se comporte de tal o cual manera es ante todo asombroso, maravilloso, a pesar de que, dada su repetición regular, nos habituemos a ello.
Dado que la razón no rige las inferencias causales ello hay que atribuirlo a la experiencia. Por tanto, partiendo de las experiencias vividas se lleva a cabo una inducción, un razonamiento experimental,. Cuando la mente se crea estos hábitos asociativos (vg. el fuego quema, el sol sale por el este…) podrá anticipar algunos efectos al ver unas causas y viceversa. De este modo la costumbre es el fundamento último de las creencias sobre el mundo fenoménico (de los fenómenos).
La costumbre es la gran guía de la vida humana.
Precursor de Moore con la falacia naturalista: pasar de «es» al «debe».
Hume, Diálogos sobre la religión natural
Que una piedra caiga, que el fuego queme, que la tierra sea sólida, lo hemos observado miles y miles de veces; y cuando se presenta una nueva instancia de esta naturaleza, llevamos a cabo sin vacilación la acostumbrada inferencia. La exacta similitud de los casos nos dan perfecta seguridad de que ocurra un suceso similar , y, jamás, se desea ni se busca una evidencia más sólida. pero en cuanto te apartas mínimamente de la similitud de los casos disminuyes en la misma proporción la evidencia, y finalmente puede quedar reducida a una muy débil analogía que manifiestamente está expuesta a incertidumbre y error. (Madrid, Tecnos, p. 87)
Hume, Investigación sobre el conocimiento humano
Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no haríamos! Si cogemos cualquier volumen de teología o metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad o el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión.
Alianza, Madrid, p. 208. (trd. Jaime de Salas Ortueta)
Camps, El gobierno de las emociones
Escojamos un objeto inanimado -dice (Hume)-, como un olmo o un roble, y suponganmos que, al caer una semilla de cualquiera de esos árboles, ésta brota y se convierte en otro árbol, el cual, al crecer, se hace tan grande que destruye al primero. ¿Diremos que el nuevo árbol es ingrato con respecto al árbol padre que le dio la vida? Lo diríamos, en efecto, de un hijo que mata a su padre. Diríamos que es un homicida o un parricida, haríamos un juicio de valor que proclama la inmoralidad del acto.
Herder, Madrid, 2011, p. 97
Sentimiento moral y la simpatía
El supremo bien moral es la benevolencia, que es el interés generoso por el bienestar general de la sociedad. Este sentimiento une a todos los seres que se asemejan.
Emotivismo: el fundamento de la experiencia moral no se encuentra en la razón sino en el sentimiento que las acciones y cualidades de las personas despiertan en nosotros. Contra el intelectualismo moral. Las ideas morales, como todas las ideas, tienen origen en la experiencia, de modo que no existen las ideas innatas acerca del bien y el mal.
En este sentido dice Hume que «no es irracional preferir la destrucción del mundo a herirme en un dedo» (queriendo decir que las opciones morales no derivan de la razón sino de los sentimientos).
Obedecer las leyes puede ser nuestro deseo.
Guillotina de Hume: No es lógicamente correcto deducir un enunciado moral («debe») de un enunciado de hecho («es»). Nunca un conjunto de premisas descriptivas puede implicar una conclusión normativa.
Hume es un precedente del intuicionismo de Moore y del emotivismo del positivismo lógico.
Utilitarismo moral: los seres humanos sienten que es bueno aquello que resulta útil para la sociedad.
Virtud es lo que produce un sentimiento placentero de aprobación. Vicio es lo que produce un sentimiento de desaprobación. La bondad y la maldad no son cualidades de las acciones humanas mismas sino que surgen cuando esas acciones son analizadas por un ser que posee sensibilidad moral.
De una notable relevancia moral es el sentimiento de simpatía («sympathy»), que hay que entender en el sentido de compasión (padecer con, sentir con). Al conceder un gran valor a dicho sentimiento, Hume se coloca en una clara antítesis con la pesimista visión de Hobbes. Según Hume:
No existe una cualidad más notable en la naturaleza humana, tanto en sí misma y por sí misma, como por sus consecuencias, que nuestra propensión a experimentar simpatía por los demás, y a recibir mediante comunicación las inclinaciones y sentimientos de los otros, por distintos e incluso contrarios que sean a los nuestros.
Recursos
Cine
Las críticas empiristas de la sustancia y la causalidad:
1. («Batman» I y II, de Tim Burton) ¿Existe una substancia común a Batman y a Bruce Wayne?
2. «Pulp Fiction», de Quentin Tarantino;
Bibliografía
Ferrater Mora, Diccionario de grandes filósofos, Alianza Editorial, Madrid, 2005.
Honderich, «Locke, John»Enciclopedia Oxford de Filosofía, Madrid, Tecnos, 2008.
Hottois, «Ciencia, moral y política en el empirismo inglés» en Historia de la filosofía. Del Renacimiento a la Posmodernidad, Cátedra, Madrid, 2003.
Locke, John, Carta sobre la Tolerancia, Madrid, Tecnos, 2008.